"Todo me obliga a trabajar con las palabras, con la sangre."
Juan Gelman.

miércoles, 1 de abril de 2015

Tin Angel


Joni Mitchell se hace mayor. Es curioso, es lo primero que he pensado al leer la noticia sobre su ingreso. 
Es  normal, ¿no? Los días pasan, a veces a una velocidad considerable; pasan los días, y maduramos, y luego nos vamos haciendo mayores, y después nos hacemos viejos. Y Joni no se hace vieja, sino mayor. También soy de esas que opinan que la vejez es solo un estado del alma, pero a menudo el cuerpo toma sus propias decisiones. 

Tienes setenta y un años, y, de repente, hay cosas que fallan. Entonces alguien te encuentra inconsciente en tu casa. 

He leído la noticia en varios periódicos. Lo habitual en esto de Internet es encontrar un copia/pega repetido hasta la saciedad en multitud de páginas. Pero he llegado a El Comercio y desarrollaban algo más eso de que estaba en cuidados intensivos, aunque consciente y de buen humor -cómo no adorar a esta mujer-. Parece ser que lleva varios años con una enfermedad en la piel que la mantiene alejada de la música. Afinando un poco más, dicen que es algo psicosomático, el "síndrome de Morgellons".

Es curioso cómo funcionan las casualidades. Si ayer hubiese leído esto, mi primera reacción hubiera sido buscar qué es ese maldito síndrome, pero parece ser que las horas nocturnas que le dedico últimamente a la tele, a veces dan su fruto. Ayer vi Mentes Criminales -sí, vale, Shemar me vuelve loca, para qué negarlo-, y el asesino en cuestión creía tener cucarachas bajo la piel. Acudía a un grupo de ayuda, no para alcohólicos ni drogadictos ni maltratadores ni víctimas de malos tratos ni adictos a tomar detergente en escamas, no. Un grupo de ayuda para gente aquejada de "Morgellons". Gente con picores extraños, gente convencida de tener algún virus ilocalizable, gente que se rasga la piel, se rasca, se corta, buscando lo que produce sus picores. Los agentes, esos que analizan las conductas de los sujetos, lo llamaban también delirios parasitarios. 
 
Y me imagino a Joni rascándose sin parar, haciéndose cortes, analizando su propia sangre, y pienso en lo expuestos que estamos. No solo a las minas, la Yihad, los pilotos suicidas, los fenómenos metereológicos o las nuevas dictaduras, sino a nosotros mismos.

Me viene a la cabeza eso de "there's a sorrow in his eyes like the angel made of tin. What will happen if I try to place another heart in him..." y veo a Joni cantando con su voz suave, una mujer rubia con guitarra que maneja corazones con las manos, que arregla pechos vacíos y habla de castillos en el sol.

Era la mujer rubia de ayer la que se hacia cortes y recogía su sangre en un portaobjetos para colocarla en un microscopio, no Joni. Ella no. 

Ella está en su habitación de hospital, consciente y de buen humor, y quizá le canta el estribillo de Tin Angel a algunos de sus afotunados visitantes, mientras la primavera sigue pasando ahí fuera y algunos que se hacen viejos caen en las aceras, muertos por su propia indiferencia. 

Quizá porque nadie les puso nunca un corazón en el pecho.






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