"Todo me obliga a trabajar con las palabras, con la sangre."
Juan Gelman.

martes, 31 de marzo de 2015

Restart

Vuelvo ahora, como la primavera, las alergias y las interminables puestas de sol. Vuelvo ahora.

El calor ha traído un ordenador nuevo y cierta picazón en las yemas de los dedos.

Teclear es un ejercicio de autoestima. Volver a mostrarme es un ejercicio de autoestima. Crear un blog de nuevo, después de tantos años, es un ejercicio de autoestima.

Después de juzgarme durante mucho tiempo; de esconderme, avisando de mi incapacidad de superar el folio en blanco; de leerme a ratos y decidir que no valía la pena; de correr tras las palabras de otros, envidiando que no fueran mías, me decido a exponerme. Exponerme. Recibir la bofetada, el elogio, la indiferencia, el aplauso. Recibir.

Llevo varios meses de retraso con la vida. Me digo que me estoy buscando.

El día que olvidé quién era me planté. Tuve mucho miedo, estiré los brazos y no encontré a qué agarrarme. El aire no llegaba a los pulmones, las calles se me hicieron largas y estrechas, y nunca se me dio bien correr. Pero me dije que era fuerte. Y ahora estoy aquí.

Así que este ejercicio de autoestima es como una maleta, una maleta abierta. Las maletas abiertas siempre me dieron mucha pereza. El exceso de equipaje, y no saber qué llevar, los preparativos finales, las cremalleras que no cierran. Las cremalleras que no cierran. Sí, las cremalleras que no cierran, y peor aún, las cosas que lavar a la vuelta. Siempre hay algo que lavar. Deshacer una maleta sí que es un ejercicio de autoestima.

Quizá de esta maleta saque algunas cosas, quizá guarde otras, quizá mi viaje se quede en la siguiente parada. No tengo ni idea.

Pero qué más da.

Vuelvo ahora. A exponerme. A recibir. Y quién sabe, igual consigo arreglar mis cremalleras.